Cada año los consumidores de los países ricos desperdician casi la misma cantidad (222 millones de toneladas) de alimentos que la producción de todo el África subsahariana (230 millones de toneladas).
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Oscar Pina Escribano
Hoy, día 5 de junio se celebra en todos los puntos de nuestro planeta el Día Mundial del Medio Ambiente. Desde que en 1972, la Organización Mundial de Naciones Unidas (ONU), en la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Humano, estableciera el día de hoy como Día Mundial del Medio Ambiente, se han venido celebrando múltiples y variadas actividades en torno a esta jornada, durante este periodo de años.
En el año 2013, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), ha visto conveniente elegir el lema: PIENSA. ALIMÉNTATE. AHORRA- Reduce tu huella alimentaria, como apoyo al desafío del Hambre Cero del Secretario General de Naciones Unidas, y que pretende involucrar a todos los sectores de la sociedad para que se conciencien y actúen ante el problema, convirtiéndose en actores principales en la lucha de los desechos alimenticios.
Pero, ¿qué tiene que ver este lema, con la definición de Medio Ambiente que todos conocemos? La respuesta se encuentra, en un factor que muchas veces no tenemos en cuenta en cuestiones ambientales: el aumento de la población mundial, ya que actualmente convivimos en el planeta alrededor de 7.000 millones de personas (y se estima que esta cifra podría aumentar hasta los 9.000 millones de personas en 2050). Este aumento poblacional está afectando directamente a la disponibilidad de recursos del planeta, siendo desde el propio suelo que cultivamos y urbanizamos, hasta el agua que nos llega al grifo de nuestras casas. Uno de estos recursos que nos proporciona el planeta es el mismo alimento. Alimento del que no dispone suficientemente el 14,3 % de la población mundial, para ser consideradas como personas bien alimentadas o no desnutridas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO). Y siendo las cifras mas inquietantes, y que nos deben de hacer reflexionar, cuando el 70% de los países en vías de desarrollo son importadores netos de alimentos, y son estos últimos los que concentran al 97% de la población mundial desnutrida.
Además de esto y justificando las cifras, a nivel global se desechan un 30% de los cereales, entre un 40 y un 50% de los cultivos de raíz, fruta y verduras, el 20% de productos que contienen aceite, carne y productos frescos, y un 30% de pescado. También es un dato que nos puede llamar la atención, que la comida desperdiciada suele acabar en vertederos, que generan metano, un gas 23 veces mas potente que el dióxido de carbono, y son estos vertederos los culpables del 34% de las emisiones de metano; lo que significa que el bocadillo que hiciste ayer y no te comiste está aumentando la huella personal y colectiva de carbono. Es muy simple, el bocadillo o la comida que dejamos de comer ayer, esta matando poco a poco a nuestro planeta.
La campaña de este año, también nos empuja a actuar desde nuestras casas y negocios para ser capaces de evitar estas cifras, ser conscientes del poder de las decisiones colectivas para reducir los desperdicios, ahorrar dinero, minimizar el impacto medio ambiental de la producción y consumo de alimentos, y lograr que los procesos de producción sean más eficientes. Y por tanto llegar a la conclusión que el desperdicio de alimentos supone también el desperdicio de recursos.
Por último, decir que el medio ambiente es un recurso en sí mismo y que su utilización, aunque no queramos o no lo sepamos, es diaria, y a cada momento. Y concluyo con un ápice de optimismo, ya que, como dice la campaña de una importante marca de refrescos, es el momento de que con la ayuda de todos y poniendo todos de nuestra parte, “cambiemos las estadísticas”, a todos los niveles, y hoy especialmente a favor del medio ambiente.
Pero, ¿qué tiene que ver este lema, con la definición de Medio Ambiente que todos conocemos? La respuesta se encuentra, en un factor que muchas veces no tenemos en cuenta en cuestiones ambientales: el aumento de la población mundial, ya que actualmente convivimos en el planeta alrededor de 7.000 millones de personas (y se estima que esta cifra podría aumentar hasta los 9.000 millones de personas en 2050). Este aumento poblacional está afectando directamente a la disponibilidad de recursos del planeta, siendo desde el propio suelo que cultivamos y urbanizamos, hasta el agua que nos llega al grifo de nuestras casas. Uno de estos recursos que nos proporciona el planeta es el mismo alimento. Alimento del que no dispone suficientemente el 14,3 % de la población mundial, para ser consideradas como personas bien alimentadas o no desnutridas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO). Y siendo las cifras mas inquietantes, y que nos deben de hacer reflexionar, cuando el 70% de los países en vías de desarrollo son importadores netos de alimentos, y son estos últimos los que concentran al 97% de la población mundial desnutrida.
Además de esto y justificando las cifras, a nivel global se desechan un 30% de los cereales, entre un 40 y un 50% de los cultivos de raíz, fruta y verduras, el 20% de productos que contienen aceite, carne y productos frescos, y un 30% de pescado. También es un dato que nos puede llamar la atención, que la comida desperdiciada suele acabar en vertederos, que generan metano, un gas 23 veces mas potente que el dióxido de carbono, y son estos vertederos los culpables del 34% de las emisiones de metano; lo que significa que el bocadillo que hiciste ayer y no te comiste está aumentando la huella personal y colectiva de carbono. Es muy simple, el bocadillo o la comida que dejamos de comer ayer, esta matando poco a poco a nuestro planeta.
La campaña de este año, también nos empuja a actuar desde nuestras casas y negocios para ser capaces de evitar estas cifras, ser conscientes del poder de las decisiones colectivas para reducir los desperdicios, ahorrar dinero, minimizar el impacto medio ambiental de la producción y consumo de alimentos, y lograr que los procesos de producción sean más eficientes. Y por tanto llegar a la conclusión que el desperdicio de alimentos supone también el desperdicio de recursos.
Por último, decir que el medio ambiente es un recurso en sí mismo y que su utilización, aunque no queramos o no lo sepamos, es diaria, y a cada momento. Y concluyo con un ápice de optimismo, ya que, como dice la campaña de una importante marca de refrescos, es el momento de que con la ayuda de todos y poniendo todos de nuestra parte, “cambiemos las estadísticas”, a todos los niveles, y hoy especialmente a favor del medio ambiente.
fuente: objetivotorrevieja.es
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